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lunes, 30 de enero de 2012

DIECISIETE VECES DIECISIETE MIL

Bajo una bandera republicana, en el cementerio de Guillena, pueblo sevillano, se exhuman los cadáveres de diecisiete mujeres asesinadas por la represión franquista, en los primeros momentos de la guerra.

Como este son y han sido, serán todavía, cientos y cientos de lugares que quedan por descubrir, esqueletos, restos óseos, latifundios de historias dolorosas e incomprensibles, de muertes innecesarias, crueles, como si de un juego de esperpento infantil y sin consecuencias se tratara.

Nuestra guerra, la guerra de nuestros padres fue un genocidio, el crimen colectivo de gente que andaba por la casa, de amas de casa inocentes de toda sospecha, de hombres, mujeres y niños labradores del campo, obreros de la mina, hambrientos de paz, de pan, de patria.

Nuestra guerra, la guerra de nuestros padres, fue una guerra que carecía de banderas, de ideales.

Fue una guerra en la que había que inventarse al enemigo, denunciar al “amigo” comunista que no iba a la iglesia, hacerse un hueco para no tener cabida en un agujero.

Fue una guerra en la que hubo que inventarse el odio, justificar nombre el odio, ponerle al odio nombres y apellidos.

Esta es la Historia que quieren seguir dejando sepultada. Las de estas diecisiete mujeres de Guillena, las de las veinticinco de Fuentes de Andalucía, las trece de Madrid que serían miles, las de un lugar cualquiera de otro punto de España, las cientos de miles de mujeres, de jóvenes, de viejos y hombres de toda clase y condición social, edad y miedo.

Es la historia de mis tíos, de mis abuelos, de mis padres. Es el aceite de ricino y el pelado al cero humillante y rastrero de mi madre; es el miedo inconfesable de mi padre a sentirse acosado, a sentir el latido y el frío del susurro de la denuncia que le podía llevar sin recursos ante la pared del cementerio.

No hay justicia si hay olvido. Y los cristianos que quieren que suceda esto deben saberlo bien, pues no han consentido que la muerte de su ídolo Jesús, después de dos mil años de historia, haya caído en el pozo sin fondo de los muertos sin justicia y sin historia.

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