blues y blog

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sábado, 12 de julio de 2014
domingo, 6 de julio de 2014
LA MAÑANA
Cuando se levantó, la Mañana aun estaba dormida.
Estuvo paseando por el prado y le echó de comer a las gallinas, recogió los huevos depositados durante la noche en el gallinero y puso un poco de agua fresca en el arriate de las mimosas.
Estaba tan dormida que a punto estuvo de tropezar y caer sobre la acequia que conducía el agua como un reguero transparente sobre tejas rojas, de donde bebían y picoteaban continuamente las palomas y otras aves.
Lo que sucede es que algunas veces la Mañana se acuesta tarde, recibe visitas nocturnas, no duerme bien lo que queda de la noche y al día siguiente se le complica el trabajo y anda de aquí para allá a trompicones, con los ojos nublados y un bostezo de sueño en la boca abierta por donde se le cuelan las mariposas.
A veces, la Mañana piensa que sigue siendo noctámbula de la noche, añorante perpetua de estrellas casquivanas que le guiñan la luz en la distancia llevándola a su encuentro.
Desde que hizo aquél canje del día por la noche, atendiendo a los ruegos de una hora furtiva que salía de caza y terminó cazada, no encuentra su sitio en el mundo. Definitivamente ya no sabe si pertenece aun a las tinieblas o su rostro es el de la espléndida luz que nace de la aurora.
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