
Léeme mis derechos, espósame a tu vida, silénciame en tus manos, átame a tu rutina y llévame a tu lado como a tu sombra, cosida a tu cintura, pegada a tus espaldas.
Si supieras de espacios silenciosos como yo sé de silencios, entenderías mis ganas de hacer ruido soplándote al oído la voz con la que sigo persiguiendo los ecos y reirías conmigo por estar haciendo estas niñadas.
Aquí tienes mi flor, los pétalos abiertos llamando al juego y la ilusión de deshojarla, inquieta en la aventura del misterio final, del qué será por fin cuando tan solo un pétalo decida mi futuro.
Aquí tienes mi sed para que bebas, mis dudas que confunden tus certezas, mi miedo, que desata tu alegría. Aquí lo tienes todo, pero te vas allá, donde no tienes nada y escarbas en la tierra y buscas mariposas y nadas en la arena.
No te vayas allá, al menos no te vayas. Quédate cerca porque pronto vendrán los insaciables libadores de esencias y dejaran mis flores vacías de perfumes y misterio.
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