blues y blog

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miércoles, 6 de febrero de 2013

VERSOS CLANDESTINOS



Tengo la certeza de que siempre llego tarde a todas partes. Cuando nací ya habían descubierto todas las cosas importantes y se habían escrito las más grandes y hermosas novelas, se habían construido catedrales, se habían organizado las comunas, la gente sabía para qué usar el fuego y el aceite y de donde había que extraer la leche, cómo se fabricaba la miel y se hacían todas las cosas que eran o no eran necesarias.

     Los rusos y los americanos se repartían la tierra, los dioses se multiplicaban, se había inventado la coca cola, se habían hecho todas las cosas grandes que se podían hacer y se preparaba el asalto a la luna y a otros planetas. Por eso creía que nada de lo que hiciera ya merecería la pena.

     Pero todos buscamos cosas. Y si no se encuentra nada nuevo, se inventa, se copia, se falsifica, se hurga en el interior de las cosas hasta saber de qué están hechas. La vida es eso, búsqueda, insatisfacción. A veces, casi nunca sabemos lo que buscamos, pero cuando lo hallamos sabemos que era eso.

     Los poetas andamos infatigables en la búsqueda de hacer visible lo oscuro y clandestino y solo cuando creemos tenerlo entre las manos sabemos que lo hemos encontrado.

     Después todo fue más sencillo. Sabía lo que quería y sabía lo que estaba buscando. Corazones, sentimientos, gente sencilla que estaba ahí tras una amistad de años sin hacer ruido, sin combatir ausencias, sin extrañarse de nada. Gente nueva que llegó segura de quedarse como yo ahora estoy segura de haber llegado a tiempo a todas partes.

     Algunos hasta queremos ser algo que no somos. Yo, por ejemplo, quisiera ser mi antepasado y descubrir el fuego, y ser mi fuente y estar donde está el agua, y tener veinte años de forma permanente y estar en cada casa donde se cuecen versos y recitar canciones en la plaza. Yo quisiera ser esa hoja volandera que recuerda un soneto. Quisiera ser el verso suelto de un poema, algo tan necesario como eso: estar en una esquina de Quevedo, en la mitad de un torbellino de Neruda, en la punta del dolor de León Felipe, en la calle de la paciencia de Machado y en una filigrana verde de García Lorca. Y quisiera ser la tinta que dibujó estas páginas que dan entrada a las clandestinas ideas, la huida, la estancia y el retorno. Pero ni siquiera soy un verso que ha dejado de ser clandestino.



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1 comentario:

  1. "Gente nueva que llegó segura de quedarse como yo ahora estoy segura de haber llegado a tiempo a todas partes."

    Me cuento entre esa gente nueva que llega para quedarse. Y lamentablemente tengo un par de cosas pendientes antes de irme definitivamente, eso me da cierta añoranza de lo no sido. Espero aun poder llegar a tiempo.

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