blues y blog

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sábado, 5 de enero de 2013

VIERNES 4 DE ENERO, 2013


Viernes 4 de enero, 2013. Por alguna razón que se me escapa hoy he sentido miedo, preocupación y tristeza. Un cóctel de todos esos sentimientos mezclados. Una mezcla explosiva que podía haber hecho que todos mis sistemas de defensa entraran en acción.
          Algo hizo que se pulsaran los resortes del miedo cuando en una rápida visión tuve delante de mis ojos la imagen de un hombre retorciéndose en el suelo, ardiendo como una antorcha hasta que su ropa y su piel fueron una pasta inconsistente hecha de ceniza roja que quedó pegada al asfalto, y su carne era una brasa humeante y tétrica. El pavor me paralizó por unos momentos. Esta era una acción que siempre había pasado lejos, que no podía pasar aquí, a dos pasos de mi propia vida. Y por ese efecto dominó que tiene el pensamiento, una ficha hace caer a otra, y a otra, y así sucesivamente hasta que toda la hilera está sobre la tarima. Así un pensamiento te lleva a otro, una historia a la otra, un suceso terrible incita la visión de otro suceso.
        Y el pensamiento se dispara y de pronto ves la escena que no querías. Ves a una niña, casi un bebé, víctima de un acto repulsivo al que es imposible darle imagen, ofrecerle un lugar en la crónica negra de los sucesos. Y sigue el rastro de dos cuerpos humanos carbonizados, los infantiles e inocentes cuerpos de dos hermanos que acaban de ser, por no se sabe qué instrumento de maldad paterna, convertidos en cenizas. Y después es el frío lo que sigue al fuego, la congelación, la muerte por pericia vital del desequilibrio más perfeccionado, del delirio más incestuoso. El rapto de la vida antes de la vida o al momento de ella, la furia anormal de una mente alienada por la irracionalidad de su propia disculpa.
       Actos humanos como si se tratara de un libro de imágenes consecutivas en el que al desplazar con la mano el filo de sus página, te diera el resultado de una historia completa. La historia que invita al miedo, a la incredulidad, a la tristeza. Y veo, en un recorrido rápido por esas páginas que por sí solas no provocan sino un pavor aislado, los cuerpos de cinco chicas muertas por aplastamiento y desidia, por locura colectiva, por el avaricioso afán de la muerte que se apaña con los mediocres usureros de la vida para provocar la desesperación, el fallo monumental de todos los sistemas que deben regir para el buen funcionamiento de una comunidad. La imperdonable puesta en marcha de la desidia apática de un régimen viciado por la costumbre y la creencia de que nunca van a suceder las tragedias que se ponen en marcha cuando la vida anda descuidada en disimular sus errores.
        El dedo pulgar termina de hacer su recorrido rápido y fugaz por las páginas del libro que encadena actos, pero no porque termine de visualizar sus páginas se termina el horror. Dando de lleno en el epílogo del día, casi rozando las sombras de la mañana que sigue a esta jornada de desconcierto en la que mi pensamiento se he empeñado en permanecer por espacio de unos segundos eternos –tal vez necesarios para ella- queda aun por entrever la imagen de la primera mujer asesinada por su pareja en este año que recién comienza a desplegar sus alas, a dar los primeros pasos. Viernes tres de enero 2013. Después de tantos horrores, comienza la cuenta atrás para una nueva era de asesinatos.

Miedo, preocupación, tristeza...





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Sevilla, 5.1.2013.

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