Acompáñame, ven conmigo, hoy vamos a cubrir ausencias, a tratar de llenar habitaciones vacías, a descorrer cortinas y a subir las persianas, a hablar con el silencio de los que se han marchado.
Hoy vamos a sentirnos identificados con aquellos que no tienen identidad, que solo tienen frio y son ausencia. Y están ausentes. Porque sobre los papeles, ninguno de esos que tienen hambre, sed y necesidad de justicia son gente de carne y hueso. Esos no están numerados, son fotografías, estridencias en los números contables de los que hablan las estadísticas frías, que llenarán muchos bolsillos antes de llenar un estómago vacío por el hambre.
¿Qué hacemos hoy?, preguntas. Acompáñame, pero no te quedes escribiendo conmigo. Vamos a las cloacas, a las calles, a los refugios, a las habitaciones de aire en las que duermen los indigentes cada noche. Vamos a los comedores sociales, vamos con los ángeles de carne y de hueso que recorren las calles llevando algo caliente a las barrigas frías, histéricas y heladas por el vino, por la soledad, por sus propias ausencias y silencios.
Vámonos con las mantas a otra parte. Vámonos sin caridad, sin estridencias, sin hacer el más mínimo ruido. Vámonos con la noche y con el frío para amanecer con la escarcha descoloridos y austeros, dolidos por el dolor de tanta gente. Hoy vamos a cubrir ausencias, sobre todo. A llamar a la soledad con su nombre y apellidos. Vamos a decir que la tristeza es válida y nos permite salir de los apuros en los que nos meten la comunidad ruidosa, explotadora de bengalas, distribuidora de truenos e insolencias.
Hoy vamos con nuestras propias uñas a marcar en el calendario una fecha. Hoy, en este día, a partir de este día he decidido hacer lo que me dé la gana. Ser feliz o estar triste no depende de mí. Pero haré todo lo posible por llenar mi vida de la misma forma, con los mismos métodos y disciplinas, con que hoy trato de llenar ausencias, de sentir que las habitaciones vacías se están volviendo a llenar de vida, que se puede hablar con el silencio y escuchar respuestas que nos manda.
¿Qué hacemos hoy? Ven conmigo. Pero no a lamentar la edad, la soledad o el vacío. Sino a llenar lo que nos queda de vida con la esperanza de verla siempre llena.
Hoy vamos a sentirnos identificados con aquellos que no tienen identidad, que solo tienen frio y son ausencia. Y están ausentes. Porque sobre los papeles, ninguno de esos que tienen hambre, sed y necesidad de justicia son gente de carne y hueso. Esos no están numerados, son fotografías, estridencias en los números contables de los que hablan las estadísticas frías, que llenarán muchos bolsillos antes de llenar un estómago vacío por el hambre.
¿Qué hacemos hoy?, preguntas. Acompáñame, pero no te quedes escribiendo conmigo. Vamos a las cloacas, a las calles, a los refugios, a las habitaciones de aire en las que duermen los indigentes cada noche. Vamos a los comedores sociales, vamos con los ángeles de carne y de hueso que recorren las calles llevando algo caliente a las barrigas frías, histéricas y heladas por el vino, por la soledad, por sus propias ausencias y silencios.
Vámonos con las mantas a otra parte. Vámonos sin caridad, sin estridencias, sin hacer el más mínimo ruido. Vámonos con la noche y con el frío para amanecer con la escarcha descoloridos y austeros, dolidos por el dolor de tanta gente. Hoy vamos a cubrir ausencias, sobre todo. A llamar a la soledad con su nombre y apellidos. Vamos a decir que la tristeza es válida y nos permite salir de los apuros en los que nos meten la comunidad ruidosa, explotadora de bengalas, distribuidora de truenos e insolencias.
Hoy vamos con nuestras propias uñas a marcar en el calendario una fecha. Hoy, en este día, a partir de este día he decidido hacer lo que me dé la gana. Ser feliz o estar triste no depende de mí. Pero haré todo lo posible por llenar mi vida de la misma forma, con los mismos métodos y disciplinas, con que hoy trato de llenar ausencias, de sentir que las habitaciones vacías se están volviendo a llenar de vida, que se puede hablar con el silencio y escuchar respuestas que nos manda.
¿Qué hacemos hoy? Ven conmigo. Pero no a lamentar la edad, la soledad o el vacío. Sino a llenar lo que nos queda de vida con la esperanza de verla siempre llena.
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